Habla, pero no separes el no del sí / dale sentido a tu decir / dale sombra
Paul Celan
Horacio Quiroga sugiere en su decálogo del perfecto cuentista no escribir bajo el imperio de la pasión, sino evocar luego de haber sufrido. Por su parte, Anton Chejov recomienda que para escribir debemos estar “a media rienda’ es decir, ni llenos de amor, ni llenos de angustia”, porque según su opinión las emociones extremas no ayudan. Baruch Spinoza, expulsado y huérfano de todos los órdenes, desde los confines del ostracismo y el vértigo de la persecusión, sin cuya Ética ésta no podría haberse escrito, ya nos advierte que la única manera de saber lo que puede el cuerpo es ponerlo a experimentar pero que hay que hacerlo “con cuidado”. De ese modo, escribimos este nuevo comienzo crítico, una genealogía de cómo se engendra esta edición revisada que no deja de ser, como todo relato, ficción. Y ya sabemos, lo hemos repetido ad nauseam, nada hay más material que una ficción.
Corría el 2007 y monedas y dos personas se encuentran en el lugar menos pensando. Una aguja en un pajar, porque se hubiera creído casi imposible que dos anarquistas con claras tendencias no heterosexuales se dieran cita a partir de un portal internacional de prácticas BDSM. No hubo, como en los cuentos, amor a primera vista; sino deseo a primera palabra, de cuando decirnos anarquistas todavía tenía alguna importancia. De ese hallazgo, que se convirtió primero en una relación switch S/M, luego en una catástrofe romántica enterrada junto al fraude del encuentro antiglobalización COP 15 en Copenaghe, exterminado por los pacivistas como toda insurrección, florenció una amistad no sexual que llegó finalmente a su término en el 2015, queda aún el cadáver virtual en formato blogspot quien sabe hasta cuando de un primer proyecto relacionado con este libro. Una primera manada de lobxs que se dio el nombre de Cómplices de Chigui o Anarcopervertismo. La monogamia nunca fue una opción. Habíamos pasado por ella y habíamos sentido en la piel los efectos de un equipamiento de tales características. En ese entonces, aún nos sentíamos interminablemente jóvenes. Sabíamos adónde no queríamos regresar. Pero carecíamos de una cartografía que nos permitiera fugar del mapa del control del dispositivo pareja y que nos hiciera maquinar en la experimentación de los nuevos placeres a partir de los cuales Foucault nos había prometido surgirían los nuevos deseos. Revisamos por todas partes. Consultamos todas las fuentes. Y no encontramos más que propaganda heterosexista o LGTB imperial de cómo hacer una relación no cerrada sin morir en el intento. Decidimos hacer ese blog y ponernos a reflexionar pospornográficamente acerca de las relaciones sexo-afectivas no heteronormativas. Creamos las tesis foucaultianas sado que estoy segura hubieran divertido a Michel (o a Michelle) en su ratos de ocio. Escribimos relatos porno y sacamos y compilamos lo que creo fueron las primeras fotos posporno de esta región conscientemente. Algunas de las que hoy sueñan insurrección sexual y editan las grandes glorias del pasado de la disidencia sexual nos regalaron lo que hoy sabemos se llama “Slut Shaming”: se burlaron de nosotras por putas. Así, soñamos un primer libro que no fue escrito, como nada nunca, a duo. Nunca quisimos que se nos rindiera pleitesía o se nos reconociera la creación de un par de conceptos y algunas prácticas nuestra región. Devinimos anónimas hasta la nada misma. Pero hicimos un llamamiento que no siempre fue contestado. Todavía nos daba miedo lo que hoy nos hace más fuerte: la soledad de la loba de la estepa.
Como todo lo que se desea fuerte, de esas dos que ya no éramos, ni habitábamos el mismo suelo, además de un tendal de rumores y escándalos en el ambiente ácrata y en el ambiente sado local, surgió un nuevo proyecto que tomó el nombre por el gusto de la destrucción de las máquinas de fabricación industrial heterocapitalista de nuestros deseos: Ludditas Sexxxuales. Si el deseo es una fábrica, entonces lo que conviene es destruirla, y crear un artesanato de los afectos y las alegrías, una trama o red amical. Un día quisimos ir a vivir a teoría, porque en teoría está todo bien. Hay quienes comentan que logramos vivir ahí, un rato. Lo cierto es que ya otras hicimos fanzines, programas de radio, podcasts, performances, talleres de orgía desprogramadoras, experimentamos con magia sexual, conocimos a Psychic TV, Genesis P’Odrige, infinidad de estamputas y material posporno audiovisual -el cual es expresamente ignorado hasta el día de las fechas de las historizaciones académicas sobre el tema, pero que ingresa muerto como bibliografía obligatoria de esos otarios que estudian la sexualidad y la anarquía sin abandonar nunca el fingido confort de su púlpito-; llegamos a ser programa de TV, viajamos por todas partes, mostramos lo que sabíamos, nos propusimos para experimentar.
No recuerdo bien en qué orden las cosas pero en algún momento conseguimos un editor que pusiera nuestro caos de zines en una suerte de orden o relato por capítulos (porque todo libro, incluso si es un ensayo, en su sentido anfibológico, narra una historia). Armamos una cooperativa de comidas veganas, vendimos pan relleno y brownies y nos prostituimos de todas las maneras posibles hasta recaudar el dinero para publicar 500 ejemplares, que pronto fueron 1000 porque un libro ácrata, filosófico y poético qué dé cuenta de las relaciones no monogámicas ni heteronormativas en español rioplatense era algo impensando y no visto antes. Dimos más charlas, hicimos más talleres, viajamos por toda latinoamérica, presentamos el libro por todas partes, lo agotamos, lo volvimos a editar, militamos y difundimos la cuestión con el mismo ahinco que inspiraba “la idea” cuando los viejos y queridos hobos o anarquistas trashumantes se cargaban sus 4 libritos y una pitanza atados con una piola y se ponían a andar, a la vieja usanza. Liberamos los materiales y nos hicimos presas de nuestra propia libertad con cada acto de arrojo. No fuimos cautelosas. Muchas jugaron con nosotras su día de tripi por la región del cuir como turistas de la disidencia y volvieron regias a su vida normal. Aprendimos la importancia y lo difícil de hacer una manada en un mundo poblado de espíritus sin corazón, en un pueblo fantasma. Poco a poco y de una en una, nos exterminamos en guerras de las cuales no quedan más que el saqueo y los escombros. No vale la pena recordarlas.
El pasado nos enseñó nuestra primera gran crítica y nos preparó para nuestra primera gran lección: queer es el nombre de una de las múltiples trampas que tiene la heterosexualidad como régimen político cuando su asignación es “varón”, cis, gay o trans -hoy nos da realmente (casi) igual-. Como es usual en estos casos, no me arrepiento de nada. Tal como lo dice Mozz, la culpa es un sentimiento inútil, ¿de qué sirve llorar sobre la copa desperdiciada cuando quién te quita lo bailado? La creación de este texto y su activa militancia nos llevó a explorar escenas de placer y peligro donde pocas veces alguien llega. No obstante podemos decir que no hay conciliación entre categorías que antagonizan ni manera de fugar más que por momentos de lo que la heterosexualidad como régimen político permite que aquellos que se ven como varones hagan con una. Ni remordimiento, ni tristeza, ni victimismo. Pero comprendimos a nunca más creer en la posibilidad de libertad ni liberación ni igualdad cuando se duerme con el enemigo o para decirlo claramente nunca confíes en un hombre en tanto se vea como uno, viva como uno, sea uno, no importa cómo se nombre o se diga, especialmente cuando viene acompañado de su virilidad y no solamente. Nunca intentes formar un tercer cuerpo en un agenciamiento con otro si eso fulmina tus partes constitutivas. Nunca más te prodigues con gratuidad, no seas, en pos de la emancipación y la radicalidad sexual, la prostituta impaga del heterocapitalismo.
Fracasamos. Una, y otra y otra vez. En la organización de un llamamiento que nos brindara un amparo contra el escarnio, la injuria, la blasfemia y la soledad afectiva de este mundo hecho de parejas y heterosexuales, matrimonios y familias, diversas y no tanto. Fracasamos. En la creación de ese otro mundo, uno donde las piratas se encuentren y se conviden.
Sin embargo, por el camino recolectamos armas y pócimas, nos hicimos fuertes y nos volvimos presente para vivir una vida solitaria y alegre, devenir Spinoza. Después de ser ludditas sexxxuales, después de ser manada de lobxs, después de ser anarcopervertidas preferimos volver a ser solitarias y acompañadas por hospes comesque corporis, otra vez.Al fin de cuentas, hay que hacerse cargo, Ludditas Sexxxuales lleva, mágicamente, las iniciales de una de nosotras. Contamos, entonces, con la firme convicción, es decir, nos afirmamos. Lo que ya no deseamos y no sabemos, nunca sabemos, siempre sabemos, que no sabemos lo que vendrá -y qué bueno que así sea vivir en la incertidumbre- reconocemos la grandiosa soledad que supimos construir con este texto y que sustrae nuestras cuerpas de las sociabilidades envenenadas de esta comunidad terrible que ya se despobló de afectos y alegrías; este desierto empobrecido afectivamente y desarmado corporalmente al cual se nos ha arrojado sin ningún tipo de consentimiento en una existencia que pese a todo, disfrutamos hasta en sus dolores.
A veces deseamos tener alguien que nos prepare la sopa calentita cuando nos sube en invierno la fiebre sin que eso implique perder otras libertades, tan políticas como la sexo afectiva: libertad para las amigas, los encuentros y los viajes, libertad para generar las ansiadas vacuolas de soledad y silencio desde donde tener algo que decir, libertad para dejar de ser dada ante cualquier estímulo.
Ya no usamos este libro como antídoto contra todo lo apestoso de este infierno. Hemos dejado de creer en el en pos de reinvindicar la soledad radical para detener el juicio moral con un golpe seco que quiebra un hueso. Por eso, finalmente, lo hemos vuelto criticamente político y temerariamente subversivo, super-viviendo, mutantes y orgullosas, huérfanas excomulgadas hasta de nuestros propios órdenes.
L.S.