En la metafísica crítica El comité invisible aka Tiqqun decía que al frente de un volante somos todos conductores, es decir, son los dispositivos los que nos controlan y no al revés; por eso, retomo su idea de que a la captura mágica del heterocapitalismo hay que salirle a competir y combatir en términos de brujería antipsistema no de razón o al menos, una contraproducción, un desistir, una máquina célibe-devenir Bartleby, un opt out; o mejor dicho combatir la captura mágica de los dispositivos del heterocapitalismo (su hiperdispositivo o hiperarquetipo: La Normalidad Igualitaria) en términos de brujería anti(psi)stema, no en términos de razón. El capitalismo no tiene sentido ni plan; por eso, esquizofrenia y capitalismo el subtítutlo de Mil mesetas de Deleuze y Guattari, no tiene plano de consistencia, no tiene un plan. Solo es un reactor nuclear dañado.
Si bien es cierto que nunca la brecha fue mas profunda y ancha entre sujeto cognoscente y objeto a cognoscer; entre producto, productor y cómo se produjo; lo cierto es que no adhiero a la idea de que la gente obra como obra por falta de información. Si saber fuera la única forma de ser libre, como sostenía José Martí, el proyecto de la Ilustración o Modernidad se habría llevado a término y efectivamente seríamos más libres dada la alfabetización. Pero lo único libre es el mercado, por eso mercado libre. La verdad es que sabemos de qué y cómo están hechas las hamburguesas de las cadenas hamburgueserías y, no obstante, las consumismo. No es que se desconozca los riesgo del consumo de los tres venenos blancos (azúcar, harina, sal) pero ya sea por descreimiento de que se pueda tener los números de la rifa de la enfermedad (a mi no me va a pasar), ya sea por pacto suicida autolesivo gestión tanatopolítica en el que estamos todes, la gente abusa igual de todos. ¿Por qué? Por las mismas ideas baladí que podrían bien ser de cualquier matriz política: los gustos en vida, la vida es ahora, vivir es urgente, la vida es hoy, para que trabajo, etc.
Del mismo modo, podríamos -los medios están dados- informarnos de las poquísimas cosas buenas que tuvo el siglo XX como la erradicación de enfermedades de todo tipo (de polio a sarampión, pasando por viruela y tuberculosis) a punta de vacunas. Pero, la mayor parte de la gente hoy es antivacunas, mientras despotrica por la reducción de presupuesto en vacunas de un gobierno que no les gusta. La trasgresión está contemplada en la norma. Todo el mundo opera y funciona como si a las vacunas las cargara el diablo y la información (saber la verdad, digámosle así) no hace mella en el sistema de creencias que luego redunda en que no haya distancia ni en los enunciados ni en las prácticas entre hegemonía y disidencias autopercibidas: nadie usa mascarilla o respirador ni en el consultorio odontológico, ni en la guardia del hospital, ni en el transporte público. La respuesta será siempre la misma: “¿volver a usar bozal por dos o tres inmunosuprimidas?”. Mientras tanto, las inmunosuprimidas que quiera tener vida social deben adherir al modelo social propuesto por la mayoría una parte de la cual se percibe como contrahegemónica pese a sus prácticas.
Tampoco estoy en el grupo de quienes creen que esto es un enfrentamiento derecha vs. Izquierda porque hace rato, por los motivos antes mencionados, de las formas de vida y las praxis vital que solo queda fascismo. ¿Acaso no fue la señora con apellido de rugbier-sacerdote-polista quien dijo “no se muere todo el mundo, es gente que está mal” para hablar de la eugenesia tanatopolítica con la que todo el mundo parece coincidir? Como advirtiera Foucault allá lejos y hace tiempo, las izquierdas aspiran a las formas de vida burguesas; del mismo modo las disidencias (sexuales y/o políticas) aspiran a los mismos modelos de vida que sustentan aquellos de quienes dicen estar en contra; y por ende es más sencillo pensar el fin del mundo que el fin de un sistema político donde nada ni nadie va a realmente a sobrevivir.
Al patrullero lo maneja el algoritmo: no hay realmente un motivo sesudo (y no es por falta de acceso a la información) de por qué se sacaron la mascarilla hasta para la emergencia del hospital tal cual Bolsonaro proponía, del mismo modo que los poderes son muy hábiles para gestionar los acontecimientos para neutralizarlos y que a fuerza de alegrías compensatorias magicamente efectuar que la gente desee su propio sometimiento. Sencillamente, la marea de la sociabilidad envenenada arrastra hacia donde el algoritmo dictamina. Lo importante es no quedar del lado del mal, la famosa causa justa de la que hablaba Osvaldo Lamborghini que paga contante y sonante a quien la profiere. La gente busca en las redes perfiles tipo Normas ISO que garanticen que el material que circulan a partir de ellos los deposite del lado de las fuerzas del bien. Solo queda fascismo, es evidente el totalitarismo, y se puede llegar por medios democráticos a resultados dictatoriales. En este momento es más que ostensible.
Nuevamente, el fanatismo acrítico no es propiedad de Calígula; gente que nació en el siglo XXI continúa hablando del pan dulce y la sidra que Evita y tirano prófugo pedófilo parecería haber entregado a sus “grasitas”, una de sus bisabuelas, sin jamás haber visto no digo la evidencia sino alguien que pueda dar testimonio mientras olvidan a la Triple A tanto como la canción antiputos de Montoneros. Son mitos. Y el relato oficial de las fuerzas del bien, que son todas (es como la salud nadie quiere estar del lado enfermo de la vida) también se construye mediante lo que se omite o los recuerdos que se sobreimprimen.
Vivimos en un mundo del pensamiento mágico pero sin encanto porque anteriormente donde el pensamiento mágico existía si besabas al sapo se convertía en príncipe y las fronteras entre la flora-la funga-la fauna se podían cruzar. Que las redes atrapan que duda cabe, si el poder no esconde nada, por eso se llaman redes; del mismo modo que somos sujetos de derecho, no libres de torcido. Ya había dicho Gabriel Tarde en el siglo XIX que vivir en el mundo social es vivir entre sonámbulos.
En la lectura de que la crueldad comienza con Calígula parece olvidarse de dónde veníamos y cómo las fuerzas reactivas de la antigua gestión no lograron activarse para establecer una fuga que a punta de totalitarismo produjo un efecto rebote contra el sentido común de cualquier medida de profilaxis en un capitalismo totalmente pandémico tanto como la aceptación de medidas execrables en las cuales continuar trabajando en medio de inundaciones, etnocidios, ocupaciones, guerras mundiales, etc. Y de cualquier astucia para sobrevivir el fascismo. Esto es un deja vu, como con el Gato. En loop. Luego, lo cierto es que 9 de las 11 provincias actuales que firmaron la gestión del agua con Mecorot, la empresa Israelí que le cortó a Gaza el chorro, lo hizo en la gestión anterior, está en los boletines oficiales, 22/23 con Wado de Pedro oficiando. Tanto como, las personas discapacitadas inmunosuprimidas gritamos a quienes quisieran oírnos (es decir, nadie) que por la vía eugenésica solo se llega al punto más álgido en el cual la democracia, ese aliado del capitalismo puede operar, el fascismo.
La juventud actual como nunca a nivel planetario global, como una pandemia, al menos donde Occidente nos ha tocado con su varita mágica está totalmente alineada con el poder y sus valores morales se autoperciba como se autoperciba. Es más, creo que buena parte de esa juventud que debería estar totalmente alzada porque con 56 focos bélilcos y 82 países interviniendo, basicamente el etnocidio y el ecocidio no es algo que no les va a afectar solo por no estar en Palestina; por el contrario, es ubicuo. Al margen de que si le otorgamos valor a nuestras palabras, y esto es efectivamente una dictadura, pues se va a tener que recostruir la cadena de trasmisión de saberes tanto como el tendido concreto de acciones: esconder gente, huir, mentir, disfrazarse, fondos para pagar abogados; tanto como mascarilla y zapatillas neutras y fuertes para ir adonde luego te rociaran con lagrimógenas. ¿Podremos salir del victimismo llorón y defendernos? ¿Seguiremos combatir con fiesta el fascismo y/o los incendios? ¿Qué celebran?
Veo mayoritariamente jóvenes que quieren pertenecer al aparato represivo, o que el aparato represivo meta mano dura tanto como veo jóvenes que quieren educarles para que al reprimir le acierten al pronombre tanto como jóvenes totalmente apáticos que dicen “whatever” en tanto puedan consumir y salir, pese a que la depresión actualmente casi que comienza en la niñez. Tampoco veo un movimiento antiglobalización anti bélico anti yuta anticapitalista (porque para ser antifascista hay que ser anticapitalista; solo Argentina puede realizar una marcha federal antifascista que no sea anticapitalista) a favor de que continúe habiendo vida animal que es realmente lo que está en juego; mientras todo el mundo parece querer llegar a tener cuantos mas seguidores en redes, éxito social y aceptación mejor.
Vivimos en un mundo totalmente mágico que cree en modelos absolutamente perimidos (creer que mediante la democracia por ejemplo no se puede llegar a resultados realmente dictatoriales, de Biden a Netayahu pasando por Calígula o Trump, y que es la única opción para organizarse socialmente y la mejor, junto al capitalismo) con una incapacidad flagrante de imaginarizar fugas o resistencias (es decir, magia sin encanto) todo el tiempo individualmente inmersos en excusas y autoindulgencias que nos hacen tener prácticas de extracción y aprovechamiento cuando deberíamos estar cooperando reciprocamente y apoyándonos mutuamente si queremos sobrevivir y nuestro perro también.
Creo que estamos, desde el reseteo 2020, en un momento de tsunami de acontecimientos pero que no son tomados en consideración porque obnubila mas María Becerra en River que todas las bombas que caen en este momento sobre Gaza tanto como los 7 millones de muertos por covid (cifras oficiales y solo contando quienes murieron con diagnóstico). Vivimos en el peor mundo posible: una tecnodictadura de control policial subjetivo global. El heterocapitalismo global cognitivo del que hablábamos en Foucault para encapuchadas. No conseguimos trazar la línea de puntos que conectan fenómenos aparentemente ajenos pero que como esos caminitos de Dominó están todos concatenados: la famosa vuelta a la normalidad que le hace creer a la gente que volvió a un mundo que ya no existe y que tampoco estaba tan bueno. Make Orwell fiction again. Mientras la pugna sea entre el bien y el mal, y no leamos y encarnemos la extramoralidad nietzschiana no podremos ir mas allá, pero la verdad creo que, a esta altura del glifosato, de la Antártida derretida, de los microplásticos, el calentamiento de todo, ya no hay tiempo para pensar cómo vamos a dejar este planeta y a quiénes.