Hoy estoy tan agotada que no creo poder escribir mucho porque estoy organizando la travesía del terror: ir a CABA a hacerme atender como desde hace 4 años al menos una vez al año de la manera menos riesgosa que exista porque como ya he dicho hasta ad nauseam, no temo a la muerte, le temo a no poder auto-solventarme y sostenerme. Voy al encuentro de la nada porque todos mis especialistas renunciaron, adonde nadie me espera, en medio de un brote de sarampión, jamás pensé que iba a coexistir con el sarampión porque para mí era una enfermedad erradicada para cuando ya podía usar la razón entre médicos terraplanistas que hablan de la pandemia como si fuera un perro doméstico (les tengo que presentar a Betún que es un perrito algo agresivo con ciertas cosas como su comidita o el dolor, debido a los traumas a los que tuvo que sobrevivir) y que violan todos y cada uno de los mandamientos del no dañar del juramento hipocrático con el que se limpian literalmente el culo porque estudiaron medicina como quien es dealer, para hacer plata.
Nuevamente, la temperatura bajó de un día para el otro, y mi gatito consentido Moreno se enfermó. Justo cuando me tengo que ir. Parece mentira. Parece que siempre lo hace. El año pasado cuando volví el otro gato, el Negro me estaba esperando para morir, a los 15 días lo estaba enterrando.
No puedo más. ¿Comprenden que si usaran mascarilla de calidad en ómnibus o aviones yo no debería estar pasando por esto, no? Tal vez no se terminaría ni el hambre ni la pobreza, pero las vidas autoinmune estarían menos en riesgo, todo sería menos difícil, podría ir y venir varias veces durante el año, todo sería más sencillo. Pero no usan, como quien te dice que sin preservativo siente más o que le aprieta. Dineral invertido en no quedar aun peor para que me atiendan desconocidos a quienes no les intereso como tampoco le intereso al público espectador que no me da tregua con su demanda incesante, su ansiedad, su torpeza. Ya no queda tiempo para ser tan torpe.
¿Qué más quieren? Ya tienen el espacio público y la ansiada libertad. El gen egoísta, que no existe, se llama heterocapitalismo y es occidente, sean del color que sean. Selección cultural que determina la natural. “Supervivencia” del más asimilable, de quien la cultura considere más rentable, menos prescindible. Ustedes están tan de acuerdo como Calígula en que las vidas discas que no se adapten a las vidas de los suicidas autolesivos que cumplen a rajatabla el mandato de la sumisión si importan aunque valgamos verga. ¿Realmente creen que no van a tocar a su puerta? Algunas ya empezaron a sentir el toc toc de la cultura eugenésica y tanatopolítica que modela las percepciones y las acciones. Las fuerzas naturales bajo el control de la cultura que les niega descanso, reposo, días, licencias, y las obliga a ir a trabajar enfermas. ¿Acaso no se dieron cuenta que eso iba a pasar si aceptaban el reseteo?
Sahlins dice que concebimos la salud como el estado natural del cuerpo...la autenticidad de la naturaleza humana. El interés personal no expresado como cuerpo social sino en la forma de la búsqueda de la felicidad individual como derecho otorgado por dios, el destino, o la supremacía física; mejor dicho, el sálvese quien pueda. ¿Sabrán acaso que las ideas actuales acerca de la libertad y el amor propio, la libertad en aras del mayor interés personal fue lo que los políticos neoconservadores y los economistas neoliberales dispusieron? Piensan y obran como ellos incluso contra ustedes mismos.
La falta de afecto me lleva a sentir unas emociones desesperantes especialmente por los animales que dependen de mi y sin los cuales no sería yo. La emoción más sincera jamás experimentada. Ahora además conozco a los perros que me mostraron el verdadero querer. Creo que nadie puede quererte en este mundo como te quiere un perro cuando se siente cuidado.
Espero poder cavar yo misma la fosa donde serán enterrados todos estos animales algún día ya no tan lejano. Y un lujo que mi sistema inmune no puede darse es un refugio de animales.
Ustedes mis querides tienen una capacidad de hacer sufrir en pos de su libertad que nada tiene que envidiarle al más sádico de los nazis.
El camino siempre ha sido la comunidad de quienes no tenemos comunidad, pero como en el poema de Marosa, ya no hay camino, ya no hay más nada, solo los perros que aullan como lobos.